Es cierto, los Alicantinos lo dicen con sencillez y orgullo, pero no es una afirmación más, ni un eslogan de turismo rancio. Alicante es la mejor tierra del Mundo.
Alicante es de una de las ciudades que tiene al mar integrado como una vía pública más. Puede ser un “paseo” o “alameda” que se sitúa al lado de la explanada. Incluso una vía por la que caminan barcos, veleros o yates como si de automóviles se tratase, o un pequeño estanque “playa del postiguet”, donde a poco que un rayo de sol asome, ya están unas cuantas personas “rebozándose” con él. Por si fuera poco las gentes de caña y sedal no tienen ni que coger el vehículo para desplazarse a buscar la pesca, paseando desde casa se colocan en los espigones del puerto o el del final del postiguet y juegan con los escamados peces a engañarlos con preparados cebos chinos.
Desde la “ante meseta” de las terrazas de UtielRequena, de donde procedo y en la que el día 6 había 6º grados de temperatura a las 12 del mediodía y, los 22 grados que nos encontramos en Alicante 2 horas después, media un abismo, sobre todo si es el mes de Diciembre.
Durante dos días y medio hemos disfrutado de lo lindo, del excelente paseo elevado que al final del puerto de Alicante han urbanizado para deleite de todos lo Alicantinos que van en manada a visitarlo, a pasear por él y a “introducirse en el mar” cuando llegan hasta la punta del mismo. Existe una vista magnífica, y la urbanización que de todo ese sector han realizado ha sido preciosa. Alicante se ha “regenerado” por esa parte del puerto de forma espléndida y elegante.
Al final en Alicante hemos encontrado una multiculturalidad enriquecedora. Gentes de todo lugar y condición que llenaban las calles, el puerto, la playa, los paseos, los mercadillos, los centros comerciales y el sábado, toda la “rambla”, con el colorido, y vistoso desfile de moros y cristianos de varias poblaciones de la Provincia que tienen esa tradición. Un largo fin de semana que se ha hecho corto por momentos.