Madrid es una sorpresa casi todos los días. Sobre todo cuando no vives allí pero vas de vez en cuando. Un día te encuentras las aceras del Botánico con Atocha llenas de vacas de colores. Otro día la Castellana replete de Gordas de Botero, con esa peculiaridad que tienen que es que ¡oye!, te gustan las gordas al verlas. Otro día el Prado está ahíto de cuerpos enteros o huecos, de guerreros persas, griegos o romanos, O te das de morros con toda la enseñanza de Madrid en Huelga…Una barahúnda de uno u otro modo. Pero siempre atractivo y atrayente resulta el “coqueto” Madrid.
Empezó el Otoño de 2011 y nuevamente desde la Estación del Ave de Requena-Utiel, en su terminología más pura, silenciosa, seria, fría la mayor parte de las veces y adusta, muy adusta, tome el raudo caballo metálico y me “largué” a Madrid pasando por la discreta y redescubierta Cuenca, donde los trenes de mi estación paran al menos, a saludarla...
No te da ni tiempo a ponerte los “AuricuAVElares”, pues no bien has puesto el píe en el tren, te los ofrecen galantemente, para estar ya en Cuenca y un poco más en Madrid. Valencia se ha convertido en el patio “trasero de casa”. Sólo de pensar que antes de funcionar la autovía, Utiel Valencia eran 1 hora y media y con un pequeño quiebro, que raro era no tenerlo, se te iban a 2 horitas. Que vayas hoy a Madrid en 1 hora y media y vuelvas a comer a casa… te suele dejar frío si lo piensas.
Subes al tren y va lleno. Queda tu asiento en tu vagón y no se si alguno en el resto de los otros 12. Mientras vas buscando el asiento puedes ir contando lo que ves en cada uno de los demás: IPhone, BlackBerry, BlackBerry, IPhone, Nokia, Nokia, IPad, IPad, IPad, BlackBerry… ¡Huy dices, hoy gana Jobs!! ¡¡Vaya hombre!!, un poco más adelante en los asientos de mesa, 8 Dell como ladrillos del 9 y son Mercadoniles, no falla. Con el logo de la cestita en el ángulo superior derecho de la pantalla. Otro día será Apple, el sr. Roig juega en casa y no le gusta perder, además es tan Hacendado…
¡¡Hombre!! una sra. leyendo un libro en el asiento al lado del mío, también es casualidad!!! Hala volvemos al Bronce. Cada Viaje es una historieta distinta. Hay días en que los diarios que se lucen retrotraen la escena como si fuese un tren “borreguero”, pero no, ha llegado igual de rápido, eso ha roto el encanto y el romanticismo del susodicho.
Una Larga hilera de maletines, trajes oscuros, alguna mochila, y bastantes carteras de mano, “Ipaderas” deben de ser, desfilan al lado del tren en los andenes de Atocha y suben y suben por las rampas y escaleras mecánicas hasta la planta superior. Allí como un ejercito bien adoctrinado se aprietan en una larga fila de a 2 ó 3 que esperan el taxi que les ha de llevar al destino madrileño.
Una vez entre la larga hilera de a 3 de taxis que recogen a los de oscuro, vi a un sr. elevado alto y algo “armariesco”, agitar la mano como llamando a alguien, era el sr. Gonzalez Pons que pedía su Audi negro que de forma irresoluta serpenteaba hacia la mano llamadora.
Al salir a la puerta de Atocha y ver los caballos alados del Ministerio de Agricultura, ya te sientes en volandas en Madrid.