Hace años que conozco a Salvador Martínez, más de 15 y menos de 50. Salvador es un hombre peculiar, con personalidad propia, muy sui géneris, buen interlocutor, sabe escuchar, cualidad rara en los tiempos que vivimos, y le gusta “jugar” al ajedrez, con el contrario pero sin que el citado le haga “jaque”. No es que le guste hacerlos a él, tampoco haría sangre de un adversario caído, más bien prefiere hacer durar la partida, dando la oportunidad de que el de enfrente piense que le va a ganar, cosa que raramente sucede.
Está de Presidente de la Denominación de Origen de Valencia muchos años. La DO Valencia tiene “dejes” suyos como no podía ser de otro modo, ha imprimido un carácter y un modo de hacer muy sencillo, muy práctico y muy valenciano, cualidad que los nacidos en nuestra amada Valencia poseen, sobre todo los de las tierras bajas o cercanas al Mediterráneo. Los de las “alturas”, meseta o políticamente correcto “interior”, ya no es lo mismo, llevamos los genes al “tresbolillo”.
Hoy en un acto sencillo, familiar, muy cálido se ha despedido del sector, para seguramente volver a verlo muy pronto, pues las partidas de ajedrez crean un cierto “mono”. Fernando Tarín Vicepresidente y Presidente en funciones a partir de hoy me ha comentado: “deseo que Salvador esté de momento a mi lado, pues seguro que algunas cosas se me escapan por mucho interés que tenga”.
En el marco de unas Jornadas Técnicas muy interesantes se ha dado luz a la “salida de Salvador” de forma pública. Comenzó el fuego de las ponencias, Salvador Manjón de la Semana Vitivinícola, que con su habitual maestría y excelente información ha recordado al sector, cómo está la situación y que algunas de las decisiones que el sector toma, él, no las entiende. Lo ha dicho mostrando unas gráficas que corroboraban su perplejidad.
Después ha seguido una ponencia excelente sobre la realidad y situación financiera mundial y nacional, que todos conocemos, pero explicada con una pedagogía tan poética que nos ha parecido que, ¡tampoco es para tanto! Felicidades al ponente, ya es mérito.
Espero ver a Salvador muchos años, muchos, y además “envuelto” en vinos, copas, orujos, uvas, moscateles, consellerías, utecos, cooperativas, papeles, espumosos, y un largo etcétera más, pero sobre todo estará escuchando al contrincante a ver si mueve: peón o alfil. No espero verlo apoyado sobre la “barandilla de su yate de Calpe”, oteando el viento. Eso le pone sumamente nervioso. Necesita que el yate surque el viento, y se mueva.
Un abrazo entrañable, amigo Salvador.